En ese contexto se explica claramente el ninguneo a figuras como la de Gaspar García
Laviana. En efecto, las fuerzas que controlan los medios de formación e información,
promocionan y lanzan a la fama otro tipo de figuras, del mundo del deporte, del espectáculo,
incluso de la política, pero que sean totalmente inocuas y no sean referente de cambio social.
Los sirvientes intelectuales del capitalismo intentan reescribir la historia de tal manera que en
ella la lucha de clases no aparezca jugando el gran papel que la teoria marxista le atribuye.
Pero vemos que esa realidad de lucha de clases funciona sin cesar en la agresividad del
imperialismo USA contra los gobiernos progresistas en América Latina y otros lugares del
mundo donde, casualmente, existe petróleo u otras materias primas, la marginación del
continente africano del mercado mundial, la forma en que se llevó a cabo la globalización, la
política económica que generó la actual crisis y las medidas antisociales que se llevaron a
cabo para afrontarla, y, también la forma en que se refleja todo eso en los medios de
comunicación que controla la clase dominante.
Gaspar García Laviana pagó con su vida y con la marginación de su ejemplo el atrevimiento
de enfrentarse a tan formidable poder. No es casualidad que la edición del libro que
presentamos sólo haya sido posible gracias a la subvención de un ayuntamiento de
izquierdas, como el de Langreo. Es de agradecer a la corporación municipal de este
ayuntamiento su sensibilidad acerca de las causas que Gaspar defendía. Mientras haya gente
sensible a esa problemática social, la causa de los que pensamos como Gaspar García
Laviana no estará nunca del todo perdida.
La lucha de Gaspar, y la de quienes extraemos enseñanza de su ejemplo, se desarrolla
también en otro frente. Gaspar ejercia su función religiosa en el seno de una Iglesia que
siempre se identificó con los poderes dominantes de la sociedad, pero en cuyo seno no
faltaban, y no faltan, fuerzas transformadoras. En 1968, y como consecuencia del Concilio
Vaticano II se generó, precisamente en América Latina, la llamada Teología de la Liberación
que fue, sigue siendo, un intento de recuperar el mensaje liberador del Evangelio de Jesús de
Nazaret, poner fin a la cobertura religiosa que se da a esa explotación clasista, es decir,
liberar a Jesucristo del secuestro al que lo tiene sometido, desde hace bastantes siglos, el
aparato eclesial de una tradición deformadora del mensaje evangélico, una tradición que
generó cruzadas, inquisiciones y una práctica religiosa alienante basada en un culto formalista
que no suele contactar con las necesidades espirituales de las personas.
Gaspar García Laviana tomó conciencia de la problemática social de los campesinos de Sud-
américa y para combatirla encontró inspiración en la Teología de la Liberación. El
imperialismo y la iglesia conservadora persiguieron con saña a esa teología y a las figuras
que, como él, la encarnaban. Hoy, medio siglo después vemos en la Iglesia intentos de
reforma que responden a aquel espíritu y que están suscitando gran rechazo de los sectores
más reaccionarios de la institución. La oposición que el papa Francisco está sufriendo por
parte de las fuerzas conservadoras de la Iglesia es también lucha de clases pues se enmarca
en el intento de defender los poderes de siempre contra la búsqueda de caminos nuevos
hacia un mundo más justo y más humano.
Por supuesto, queda mucho camino por recorrer en esta larga marcha de la humanidad hacia
una sociedad totalmente justa e igualitaria. El ejemplo de Gaspar García Laviana, que
recordamos hoy es una invitación a imitarlo. Afortunadamente en nuestro medio no es
imprescindible recurrir a una lucha armada como la que él tuvo que afrontar, lucha armada
que no es del agrado de quienes aborrecemos la violencia y que además no es la solución del
problema, pero la lucha de clases tiene muchas formas, y ya hemos visto que la lucha
ideológica no es de las menos importantes. A ese cometido se dedica nuestro Foro de
Cristianos Gaspar García Laviana, en la medida de sus posibilidades, con sus análisis de la
realidad social y eclesiástica y la publicación de los mismos. Todos esos materiales son una
semilla que esperamos no caiga en terreno baldío.